Recuerdo el día que nos hicieron la foto. Eramos una de las promociones más prometedoras del jardín de infancia. Ya por aquel entonces nos juramos que seríamos amigos para siempre. Casualidades de la vida, hemos estado juntos hasta la universidad. Ahora toca separarnos, seguir con nuestras vidas. Pero recordad que en esa foto, la original impresa, ahora amarillenta por el paso del tiempo, firmamos en el dorso que nunca nos separaríamos.
Es tiempo ahora de demostrar que somos hombres y mujeres de palabra. No podemos traicionar a nuestros "yoes" de la infancia. Espero ver algún día una foto similar, de todos nosotros en la misma posición, ancianos, llenos de maravillosas arrugas con infinitas anécdotas compartidas.
Que así sea.

Amén!